San Esteban plaza 1980

La historia del municipio de Oiartzun es muy rica, ya que desde la Prehistoria hasta la actualidad ha habido numerosos grupos humanos en sus terrenos. Los primeros restos humanos que se conocen en Oiartzun son los de la Prehistoria, y prueba de ello son los restos de sepulcros conocidos como cromlech en los alrededores de Oieleku y Bianditz (Arritxulangaña, Kauso I, Kauso II, Munerre…), el dolmen de Gainzabal o la cueva Torre en el barrio de Iturrioz.

Terminada la Guerra Cántabra en el año 19 a.C., los romanos se asentaron en la zona que hoy es territorio de Gipuzkoa. Durante muchos años se ha considerado que el emplazamiento romano de Oiasso era el de Oiartzun, pero los descubrimientos realizados en el siglo XX han demostrado que Oiasso estaba en Irun. Sin embargo, las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en las minas de Arditurri han documentado 44 unidades mineras romanas, lo que demuestra la existencia de esta civilización en nuestro país. Otra huella romana es la estela de Andrearriaga, que apareció cerca del caserío del mismo nombre y que actualmente se encuentra expuesta en el Museo de San Telmo.

Las primeras referencias medievales de Oiartzun se remontan al siglo XI. En aquella época, los navarros construyeron el castillo de Beloaga en el valle de Oiartzun, con el objetivo de controlar los caminos estratégicos por los que discurrían. Este castillo ha sido utilizado en diversas épocas y ha sido testigo de numerosos acontecimientos históricos. Una de las señas de identidad de la Edad Media fue la presencia de los parientes mayores, y en nuestro pueblo podemos citar a los Ugarte, dueños de grandes extensiones de tierras e industrias de la época. La principal industria de la época fueron las ferrerías como Gabiola, Aranburuola o Ugarteola, en las que se explotaban materiales procedentes de las minas de Arditurri.

Castillo de Beloaga

En la Edad Moderna, la llegada de los europeos a América supuso una profunda colonización y explotación de estas tierras, lo que permitió el enriquecimiento de algunos estados y particulares. En Oiartzun, al igual que en otros pueblos, tenemos edificios financiados por familias que hicieron fortuna en América, como el sanatorio y la basílica de San Juan Bautista, o algunos elementos de la iglesia de San Esteban. En la Edad Media adquirieron importancia las ferrerías, mientras que siglos después predominarán los molinos; en la cuenca del río Oiartzun hubo 20 molinos (Isasti, Arraskue, Bidasoro, Ihurrita, Txarondo, Araneder…).

El inicio de la Era Contemporánea fue definido en Euskal Herria por las Guerras Carlistas. Oiartzun quedó en manos de los liberales desde el principio y, en ese contexto, se construyó la ermita de Ozentzio por encargo del sacerdote Manuel Gabino Sein. En los años anteriores al inicio de la Guerra Civil española se inició un período de industrialización, como es el caso del ferrocarril de Artikutza, pero hubo momentos de gran crisis y tensión en toda la península. En el País Vasco la guerra de 1936 fue especialmente dura y después vinieron los largos años de la dictadura. Las tropas fascistas, lideradas por Beorlegi, encontraron una gran oposición en Oiartzun, pero el 27 de julio de 1936 entraron en el pueblo. La represión se inició inmediatamente después de la toma del Ayuntamiento, desde los cargos municipales a todos los ámbitos de la sociedad.

La guerra civil dejó miles de muertos, desaparecidos y castigados: en Oiartzun se fusilaron 21 compatriotas, se eliminaron varias personas y se llevaron a la cárcel. En homenaje a los asesinados en el pueblo, en 1977 se construyó en el cementerio el monumento arquitectónico-escultórico de la arquitecta Peña Gantxegi. Además, en el lugar donde se descubrieron las fosas comunes del cementerio de Iragorri, se ha construido el bosque de la Memoria, formado por la escultura de Antton Mendizabal de Oiartzun.

Como vemos, son muchos los legados culturales y las huellas materiales que han dejado los grupos humanos que han vivido durante siglos en el pueblo de Oiartzun. Oiartzun es un pueblo lleno de historia y sus montes y calles son testigos de estas vivencias.